domingo, 22 de junio de 2008

Vastedad curvándose
bajo los cielos calmos
que llueven desde los ojos.
Extenso palabral surcoarantío
donde germinan los versos
que han de llegar a los corazones,
y acariciarnos el alma
desde la vida hasta la luz.
Versos que un viento mece despacio
en las vaguadas de la mente.
Palabras en plena metamorfosis
hacia la musicalidad que irriga
los valles de los sentidos.
¿Qué savia alimenta estos tallos
que bajo el peso
de almibarados racimos de letras
sobre el cuerpo del poema se curvan?
He aquí la riqueza inmensa
que nos ha sido concedida:
Esta apertura de los sentidos
hacia la caricia del lenguaje.
La capacidad de amar cada letra
desde detrás del pensamiento.
Sembremos pues,
las semillas de la plenitud
en este espacio poético.
Y que la bonanza de espíritu
propicie la fertilidad necesaria
para que siempre nos florezcan
primaveras en el corazón.

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