viernes, 30 de mayo de 2008


Vamos caminando
por sendas de cristal.
Encadenados pasos
que se quiebran en cada pisada.
Pasamos de piedra en piedra
evitando mojarnos los pies.
Si giramos la cabeza
y tendemos la vista sobre lo andado,
descubrimos campos de cenizas
desprendiéndose de lo sido.
Abandonado territorio del que se elevan
delgados tallos de humo.
Como si inmenso maizal petrificado.
Únicamente de vez en cuando,
débiles rescoldos de sonido
atraviesan un espacio sin aire.
Líneas de estruendo que nos adolecen.
Intensificado haz vibrando
desde el intermitente destello
de miles de silencios suspendidos
del vacío que queda ojos adentro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Armando, te dejo un saludo enredado entre versos.
Pd: ¡vaya imagen más chula has escogido para este poema!.