sábado, 26 de abril de 2008

Una mano.
Solo una mano bastaría
para tocarte.
Una mano de terciopelo
que pudiese acariciar,
recorrer cada pliegue,
cada curva, cada elevación.
Una mano.
Solo una mano bastaría
para saber del paraíso tan cercano.
Del placer electrizante
surgido del roce mutuo
de dos pieles erizadas de sensaciones.
Una mano.
Solo una mano bastaría
para sumergirme en la luz
que dentro de ti atesoras.
Una mano.
Solo una mano bastaría.

No hay comentarios: