viernes, 4 de julio de 2008

Deslizar las yemas de los dedos
sobre el granulado cuerpo de la piedra
hasta la abrasión del tacto.
Hasta la ausencia de líneas
conduciendo al extravío.
Acelerado proceso
de despersonalización.
Como quien siembra
desiertos en jardines
y los cubre con el oscuro
frío de la noche.
Crear concéntricos círculos
de vacío en torno al ser.
Desolados espacios
que los ojos del rostro
no alcanzan a descubrir.
Tierra de nadie sin nadie.
Congelado giro de noria
al borde de un abismo
impenetrable desde la ausencia.
Atrapar el vuelo de una sonrisa
en los putrefactos pantanos
donde el alma se descompone.
en el desnudo silencio
de anocheceres terribles.
Hondura descarnada
de soledades interminables
a la que el tiempo desciende
por peldaños verdinegros de moho.

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