lunes, 19 de mayo de 2008

Te sorprendiste al abrir la puerta
que da a tus sótanos.
Tanto tiempo vivído en el exterior,
con la cabeza dentro de una nube
negra, densa y áspera.
Demasiado tiempo de negación.
De voluntaria invidencia.
Así ahora la sorpresa
abrazada a la expresión
de tu rostro cuando la luz.
Esa que adoptando
categoría de un Todo,
imparable asciende los peldaños
avejentados de la escalera.
Esa que penetra, sin pretenderlo,
cada poro de tu piel
abriendo un camino secreto
en dirección a tu alma.
Mírate ahora.
De nuevo mírate
y acepta sin dudarlo
desde la luminosidad de lo puro,
que tu inmensa riqueza
resplandece en tus ojos.

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