sábado, 26 de abril de 2008


Cuando la lisa seda
de la noche se extiende
sobre los desnudos cuerpos,
un calor sin límites
nos envuelve bajo las sábanas.
Mínimo reducto
donde las pieles pierden sus bordes.
Fusionados alientos
abrazándonos las lenguas.
Dulce sueño de trenzados muslos
secándose en la madrugada.
Amanecernos en la unión
semiadormecida de los labios.
Entre un aroma de savias
palpitándonos dentro.
Iniciar cada día
con una textura de besos
llenándonos las bocas.

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