sábado, 20 de septiembre de 2008

Este espacio se acaba.
Desaparece.
Es hora de regresar
a los laberintos
de maderas carcomidas.
Al reino -casi inexpugnable-
de las zarzas.
A la triste frialdad
de las piedras en los derrumbes.
Hora de buscar ramas secas
y encender un fuego
que caliente las esquinas
friodesoladas del alma.
Viveza de la hoguera
rellenando de luz
los espacios tenebrosos.
Es el momento de renacer
en un lecho de espadañas grises
que calmen estas llagas
llenas de herrumbre.

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