lunes, 19 de mayo de 2008

Toma la palabra
y sujetala entre los dientes.
Como un aliento necesario
que te niegas a escupir
sobre la transparente
corporeidad del aire.
Así inmovilizada,
ve lentamente extrayéndole
en forma de espeso zumo
la esencia de su existencia.
Estira y alisa sus pliegues
de sábana acogedora.
No importa si con ello erradicas
las imprevistas ondulaciones
de sus primarios componentes.
Únicamente vigila la inalterabilidad
de ese poso que sin ostentaciones
te cuenta que existes,
mientras con hábil trazo
te dibuja el sentimiento.

1 comentario:

ana martinez dijo...

Bueno, bueno. Muy bueno.
Me sorprendes siempre

abrazo