miércoles, 27 de febrero de 2008

Cuando la tarde se precipita

Cuando la tarde se precipita
sobre las alargadas esquinas del día,
retorno al seguro refugio de la soledad.
Al silencio entrañable
de este útero sin ventanas.
A la paz tan frágil que me resta.
Me aquieto en el vacío,
hasta dormirme sobre este lecho
de quebradas esperanzas.
Despojado de las opacas ropas,
desnudo yazgo ante mi.
Y me reconozco.

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